Edgar Pacheco

Como es necesario fijar ideas correctas a las palabras antes de empujarlas unilateralmente dando por sentado que son entendidas por todos, diré lo que de las revelaciones divinas pienso. La revelación cuando está aplicada a la religión, significa llanamente un mensaje de dios comunicado directamente al hombre. En este caso los cristianos afirman que la Biblia es una revelación divina, de la misma manera que el musulmán lo afirma del Corán o el judío de la Tora. El problema radica en que es una contradicción de términos ideológicos llamar a algo revelación cuando lo conocemos de segunda o tercera mano, dado que toda revelación por obvias razones esta circunscrita solo a las primeras personas que fueron participes de ella; después de ahí se vuelve especulación o rumor, a menos claro que se decida voluntariamente creer que lo que dice éste o aquel personaje al que le ha sido revelado algún mensaje es verdad. Así que como podrá notarse, tanto puedo creerlo, como estoy en la libertad de no tomarlo de mi incumbencia por tanto no fue una revelación hecha a mi persona ni sé si sea verdadera o no, dado que los libros “sagrados” no cargan evidencia interna divina que corrobore que son revelaciones de dios. La reacción natural de un hombre ante la “revelación” del otro, debe ser por obvias razones de negación. ¿No es eso lo que hacen los cristianos cuando escuchan que el Corán es una revelación de dios escrito en el paraíso y comunicado a Mahoma por medio del ángel Gabriel? Así mismo, ¿no piensa el judío que el N.T. de los cristianos no puede estar al mismo nivel de revelación que su Torá dictada a Moisés? Claro que sí, de hecho lo más natural es que piensen así y ofrezcan calurosas y animosas “pruebas” de porque su “revelación” es la única y verdadera. Pues bien, cuando una persona apela a la “revelación” para legitimar medianamente sus abstracciones o ideas, no está mas que confesando incapacidad para definirlas, y por ello ignorancia en lo que intenta justificar. Cuando un hombre acude a su revelación intentando dar por certera una opinión, dicha opinión puede ser solo certera según el grado de confianza voluntaria que tenga quien de manera personal ha decidido creer en revelaciones. Nadie está obligado a creer en revelaciones, ni pensar que las revelaciones pueden ser utilizadas como argumento para probar algo. Piensa un momento, se nos pide que creamos que el Corán es de inspiración divina, porque le fue “revelado” a Mahoma. Pablo alude que le fue “revelado” el evangelio de Jesús y que no lo aprendió de hombre. Así mismo José Smith nos pide otorgar una confianza inquebrantable en la revelación que recibió del ángel Moroni. Cuando Moisés le dijo a los hijos de Israel que había recibido de mano de Dios dos tabletas con los mandamientos, ellos no estaban obligados a creerle, porque no tenían otra autoridad para hacerlo mas que el mismo Moisés afirmándolo; y yo no tengo alguna evidencia histórica que pruebe que dicho evento sucedió.